| Descripción |
Cuadro de formato vertical que tiene como tema principal un grupo de personas disfrazadas portando máscaras. En la zona central se disponen seis personajes, en el extremo izquierdo encontramos una persona de perfil que lleva un sombrero de color beige, máscara antropomorfa de color blanco con decoración en colores rojo, verde, azul y negro, destaca un motivo estrellado rojo en la mejilla, la nariz tiene forma de asa y la parte inferior de la máscara es una larga barba negra y gris. Viste un poncho de color carne con rallas azules y pantalones blancos de piel de borrego. En la mano derecha sostiene un palo con una cuerda atada. A su derecha hay una persona de frente con máscara de perro pintada de color amarillo y naranja, destacan las orejas puntiagudas y una gran boca abierta enseñando los colmillos y la lengua. Viste un mono amarillo con un estampado floral que se remata en ambas piernas con un volante azul. A su lado encontramos un personaje de frente con los brazos en alto. Lleva una máscara zoomorfa verde y naranja, con orejas redondas, grandes ojos, nariz chata y boca abierta enseñando los colmillos. Viste un mono con una mitad de color marrón y la otra naranja, ambas estampadas con lunares amarillos, lo ciñe a la cintura con una cuerda. Junto a él hay una persona de perfil que sostiene una muñeca entre las manos. Lleva una máscara antropomorfa blanca con detalles en rojo, sobresalen su nariz puntiaguda y una gran boca sonriente. Viste un mono mitad amarillo, mitad rojo. A su derecha hay un personaje de frente con máscara zoomorfa que representa un mono, de color carne y amarilla. Viste un mono mitad verde con lunares azules y azul con lunares verdes. Tiene una cuerda atada a la cintura de la que cuelga un largo extremo que sostiene con la mano derecha en alto. En el extremo derecho encontramos un hombre de menor estatura dando la espalda. Lleva una corona gris, camisa azul y verde, un disfraz de bóvido que sostiene con tirantes y unos pantalones blancos con una ralla roja al lado.
En el extremo inferior izquierdo hay otra persona disfrazada, se encuentra agachada y de perfil. Lleva una máscara de cánido amarilla, con la boca abierta y la lengua fuera. Viste un mono azul con lunares en un tono azul más oscuro. Se sostiene la máscara con la mano izquierda mientras extiende su brazo derecho hacia un grupo de cuatro ovejas que pastan en una zona con vegetación baja y cinco rocas de mediano tamaño.
En el fondo se aprecian dos grandes formaciones rocosas. En la derecha hay tres músicos que visten poncho rojo y sombrero blanco, dos tocan la flauta y el tercero el tambor.
Más allá, en el centro, aparece un pueblo con casas de tejado marrón a dos aguas y una iglesia con una torre. A la derecha del pueblo hay un volcán con la cima nevada, de la que sale una columna de humo.
El cielo es de color negro, tiene una gran luna llena en el centro, con un halo a su alrededor. Más arriba, a la izquierda, hay una estrella, el planeta Venus, que cuenta también con un halo. A ambos lados de la luna aparece un grupo de tres gotas transparentes en forma de lágrima y un ave con las alas extendidas, la de la derecha es un búho, la de la izquierda un cóndor.
El soporte de la pintura es piel de borrego, clavada al bastidor en la zona exterior. La pintura cuenta además con un marco de madera de color marrón.
Clasificación razonada:
El arte Tigua surge en Ecuador en la década de los 70 del siglo XX, en las comunidades de la región de Tigua (provincia de Cotopaxi). Olga Fisch, coleccionista y marchante húngara, al admirar las pinturas que decoraban los tambores empleados por las comunidades kichwa en la fiesta del Corpus Christi, propone a los futuros pintores emplear los mismos motivos en un nuevo soporte, los cuadros, que eran más fáciles de transportar y también más fáciles de vender a los occidentales. Aunque el soporte era distinto, el material seguía siendo el mismo, ya que la piel de borrego de los tambores se empleó como lienzo en los cuadros. La piel de borrego para el lienzo antes era procesada y curtida en casa, ahora muchos la compran ya preparada, como en este caso, de esta forma se impide que los cambios climáticos cuarteen la superficie del cuadro o que se desprenda la pintura. Al principio, utilizaron como pintura las mismas anilinas que empleaban en el teñido de la lana, pero pronto comenzaron a utilizar esmaltes y pintura acrílica, actualmente algunos pintores, como Alfredo Toaquiza, emplean óleo en sus obras.
Los precursores del arte Tigua fueron los hermanos Alberto y Julio Toaquiza. Ellos enseñaron las técnicas de la pintura de caballete a otros miembros de su familia y de su comunidad. Posteriormente la actividad pictórica se extendió a otras comunidades de la zona. La familia Toaquiza ha sido la más influyente en el desarrollo de esta forma de expresión artística. Su continua experimentación ha llevado a innovaciones en cuanto a materiales, técnica, temas y composición de las obras. Alfredo Toaquiza, uno de los hijos de Julio, es hoy día el pintor más reconocido. Alfredo nace en 1966, comenzó a pintar a la temprana edad de siete años, siguiendo los pasos de su padre. Es propietario de una galería dedicada a la pintura de Tigua, donde podemos encontrar sus cuadros y las obras de los pintores de la Asociación de Trabajadores Autónomos de Tigua-Chimbacucho, de la que es presidente.
Son características del arte Tigua las escenas corales, con multitud de personajes inmersos en el paisaje andino de la provincia de Cotopaxi, así como el empleo de colores intensos y brillantes, y la falta de perspectiva y volumen, aunque esta última característica no es aplicable a la obra de algunos pintores como Alfredo. Él es uno de los pintores de Tigua más innovadores y originales, habitualmente prefiere centrarse en un tema, en este caso los personajes disfrazados, en lugar de realizar una obra coral. Las escenas nocturnas no son muy habituales en el arte Tigua, pero Alfredo cuenta con varias escenas de este tipo en su repertorio. Pese a desarrollarse por la noche no se trata de una obra oscura, ya que se ilumina con el colorido de los disfraces de los protagonistas.
Normalmente los personajes llevan la indumentaria tradicional, destacando los ponchos rojos de los hombres y los chales fucsias de las mujeres. Aunque los hombres ahora visten con ropas de estilo occidental y el sombrero blanco, común antaño, ahora ha sido sustituido por el sombrero de tipo fedora de fieltro de color oscuro. El volcán Cotopaxi es el que aparece en la obra, se trata de un elemento omnipresente en el arte Tigua.
Los temas representados con mayor frecuencia son las fiestas religiosas, especialmente la del Corpus Christi y Tres Reyes (Reyes Magos), pero también Finados, Noche Buena o San Juan. Los personajes enmascarados y disfrazados son habituales en muchas de ellas, especialmente en Noche Buena y Tres Reyes. Los más comunes son los que llevan máscaras de madera con rostros de animales: perros, monos, tigres (ocelotes), leones (pumas) y osos. En esta obra el personaje del traje amarillo lleva una máscara de perro, el del traje marrón y naranja de tigre, el del traje verde y azul de mono, y el del traje azul que acecha a las ovejas de lobo. También encontramos a otros personajes como el "Payaso", en esta obra es el personaje del traje rojo y amarillo; el "Viejo", que lleva zamarro (pantalón de piel de borrego), máscara con barba y un látigo, que aparece aquí en el extremo izquierdo; o la "Vaca loca", que con un disfraz de vaca persigue a los asistentes a la fiesta como si fuera una vaquilla en una capea, situada en esta obra en el extremo derecho.
Las fiestas suponen una forma de redistribución de la riqueza, en ellas se activan las relaciones sociales y sirven para reforzar los lazos de amistad y solidaridad. La música tiene un papel muy importante en ellas, especialmente la música tradicional ejecutada con el tambor y el pingullo (un tipo de flauta). En la obra, a la derecha, aparecen tres músicos tocando esos instrumentos.
Las pinturas de Tigua cuentan con múltiples elementos simbólicos, como las aves que aparecen en la zona superior de la obra. El búho está relacionado con la sabiduría y es el emblema de los chamanes kichwa. El cóndor es muy importante en el imaginario andino, hace de intermediario entre la gente, los ancestros y la Pachamama (Madre Tierra), este ave simboliza la resistencia indígena.
El arte Tigua refleja la cultura y cosmovisión kichwa, así como su tradicional modo de vida. Aunque se han producido muchos cambios en su sociedad en las últimas décadas, normalmente la mayoría de las pinturas no los reflejan, centrándose en su universo tradicional y, por lo tanto, ofreciendo una visión atemporal.
Bibliografía:
BONALDI, Francesca (2010): Entre dos culturas: Los pintores andinos de Tigua. Quito: Ediciones Abya-Yala.
COLVIN, Jean G. (2004): Arte de Tigua. A reflection of indigenous culture in Ecuador. Quito. Ediciones Abya-Yala.
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